sábado, 12 de agosto de 2023

LA VACALOCA (crónica)

 


LA VACALOCA

Por: Nabonazar Cogollo Ayala

(Crónica) 

     Corría el año 1949 y en la entonces apacible localidad de Madrid se mantenía una vieja costumbre que, al parecer, se celebraba aquí a imitación del vecino municipio de Mosquera, a donde habría llegado procedente de España de la mano de las costumbres taurinas. Estamos hablando de la Vacaloca. ¿Qué era la Vacaloca? Veamos…

     Para el mes de mayo las señoras piadosas de la señorial Madrid tenían por costumbre ir al templo de San Francisco de Paula a rezar el santo rosario a la Virgen María. Se rezaba a lo largo del día en el turno de la mañana, a medio día y finalmente por la tarde y noche. Madrid vivía entonces al ritmo de las festividades religiosas porque era un poblado muy devoto y conservador, entregado de lleno a las celebraciones piadosas del santoral católico. Era un gusto ver a las señoras de alta clase social y media, muy elegantes, enfundadas en sus blanquecinos trajes de vaporosos encajes ribeteados de seda y encajes de fino bordado, taconeando presurosas, llevando entre sus temblorosos dedos la infaltable camándula de nacaradas perlas.  Iban tocadas con mantellinas traslúcidas que les cubrían cabeza y rostro en un refinado toque de elegancia femenina.  Se las veía ir y venir por el parque Pedro Fernández Madrid, entre los girones de la fría niebla del mes de mayo, al tiempo que en el fondo se dejaba escuchar el lúgubre llamado del tañir de las campanas, orgullo de todos los madrileños, entre los acordes de la música sacra del órgano. Sucedió que, llevados por el espíritu de la tomadura de pelo, varios jóvenes de Madrid, años atrás, habían tenido la siguiente iniciativa: Uno de ellos (quizás el más alto), se vestía con camisa y pantalón negros. En la cabeza se encasquetaba una especie de artilugio hecho con un cráneo de vaca provisto con grandes cuernos arqueados, que le regalaban los matarifes locales. El muchacho así vestido quedaba entonces caracterizado a la manera de un minotauro, con el agravante que, a los cuernos, generalmente alargados les encendía las puntas con sendos mechones de trapo humedecido en petróleo lo que le daba una apariencia amenazadora e intimidante. Decía Efraín Ramírez lo siguiente:

     El que generalmente hacía eso era uno de los Copajita llamado Israel, que era un hombre brioso, de estatura mediana y bastante atrevido… ¡Ese no le tenía miedo a nada! Como mi papá era matarife y yo le ayudaba a él en la fama, Israel me encargaba que le guardara la cabeza de vaca más grande que tuviera, con los cachos más bonitos. Yo se la guardaba y se la regalaba...

     Él entonces la cogía, la pelaba, la secaba y la pintaba toda de negro. Los cachos los forraba en la punta con tela de lona. El cuerpo de la Vacaloca –como él la llamaba- era una especie como de camastro cilíndrico, hecho con listones de madera forrados con tela negra. Él metía la cabeza en ese armatoste y en las noches del mes de mayo cuando las señoras salían de misa, hacia las 7 u 8 de la noche de la iglesia, él salía entonces al parque, seguido por una cuadrilla que iba tocando tambores, maracas y haciendo bulla y relajo… Iban gritando…

- ¡Ahí viene la vacaloca! ¡Cuidado! ¡Ahí viene la vacaloca!

Y el fontanero de Madrid por entonces, Pedro el gibo, era el que le iba haciendo la faena a la manera de torero, haciéndole lances y retos con una muleta y su capea…

- ¡Ahí viene la vacaloca! ¡Ahí viene la vacaloca!

Un verseador espontáneo improvisó esta coplilla…

¡Ahí viene la vacaloca!

Que el cacho se le biroca

¡La tranca las vuelve locas!

¡Ahí viene la vacaloca!

     Retumbaban los tambores y el séquito de señoras, tan pronto que veían venir a semejante cuadrilla de saltimbanquis presididos por aquel minotauro madrileño, echaban a correr espantadas. Israel Copajita las perseguía entonces y las señoras corrían como alma que lleva el diablo a través del parque Pedro Fernández Madrid. Algunas se escondían presurosas en las casas de los alrededores que les servían de burladeros ante la furia de la incontenible vacaloca. Las carcajadas y la diversión eran entonces generales. Todos reían divertidos menos las señoras perseguidas, quienes llegaban indignadas a sus casas poniéndoles las quejas a sus familiares…

- ¡Nos parece el colmo! ¿Qué falta de respeto es esa? ¡Ya no respetan ni a la Santísima Virgen María!

     Aquel año 1949 las cosas pasaron a mayores. Sucedió que como cada año la tradición de la vacaloca se realizó una vez más. Las encopetadas señoras rezanderas salieron del templo, pasadas las 8 de la noche, cuando sin más allá y sin más acá se les vino encima semejante demonio que era Israel Copajita vestido de esa manera que imitaba al mismo diablo y no dejaba títere con cabeza. Las señoras echaron a correr, a unas se les cayó el rosario, a otras los chales y a otras más hasta los misalines. Las risotadas conturbaron los cimientos mismos del parque Pedro Fernández Madrid, la indignación de las señoras no se hizo esperar.  Al día siguiente en la sacristía del templo, en horas de la tarde, se verificó la siguiente escena:

- ¡Padre Isaac! Lamentándolo mucho, pero tenemos algo muy grave que decirle…

- ¿Qué será, señoras? ¡Las veo muy alteradas!

- ¡Pues no es para menos, Padre! Mire usted, anoche salimos después de cumplir con el sagrado deber del rosario mariano y esos malnacidos de su tal vacaloca se atrevieron a meterse con nosotras…

- ¿Cómo fue eso?

- ¡Sí, Padre! Nosotras íbamos saliendo de la iglesia, cuando de repente, del lado de la casa del doctor Leopoldo Córdoba apareció un tipo vestido de negro, con cabeza de vaca en la cabeza y unos cachos encendidos con mechones de candela. Pero venía con una cuadrilla como de diez o quince más, que le hacían camarilla y tocaban tambores, gritando como locos. Pues esos descreídos arremetieron contra nosotras y nos persiguieron, Padre… ¿puede usted creer?

- ¡Ah sí! Algo así ya me habían contado de años anteriores…

-Nos asustamos todas y salimos corriendo y más nos corretearon. ¡Eso yo boté mi biblia pequeña que me la había bendecido el señor obispo de Bogotá!

- ¡Y yo perdí la camándula de perlas que mi esposo me había traído de Cartagena!

-Padre, ¿sabe qué? Como estamos solas e indefensas ante esos facinerosos, nosotras no nos vamos a prestar más para ser burla de nadie. ¡No volveremos más a rezar el rosario en la iglesia, ¡Padre, con el dolor del alma! ¡Ya decidimos que lo vamos a seguir rezando en la casa de las señoras Tello, que allá nadie nos persigue!

- ¡No mis señoras, no me digan eso! ¡La casa de Dios es la casa de ustedes!

-Sí Padre, pero… ¿quién nos garantiza nuestra seguridad cuando salimos del templo, ah?

- ¡Bueno muy bien! (El Padre Isaac Fernández ahora con actitud contundente y enérgica). Esta noche, cuando hayamos terminado el rosario de la santísima Virgen, yo mismo en persona las acompañaré a través del parque a ver si conmigo se van a atrever esos desgraciados… ¡Vamos a ver hasta donde les llega el atrevimiento!

     Esa noche, muy al filo de las 8:15, salió la comitiva de señoras, más nutrida que la noche anterior, como quiera que iba presidida por el párroco municipal en persona. Salieron todos al atrio de la iglesia, el Padre miró a derecha e izquierda…

- ¡Pues nada por aquí, nada por allá, mis señoras! ¿Sí lo ven? ¡No hay nada que temer como lo pueden ver! ¡La virgen María nos cubre y protege ahora con su manto!

Envalentonado el Padre Isaac bajó parsimoniosamente las elevadas gradas de piedra del atrio…

- ¡Vamos mis señoras! Nadie se va a meter con nosotros.

No bien habrían caminado unos metros frente al atrio, cuando de repente…

¡Ahí viene la vacaloca!

Que el cacho se le biroca

¡La tranca las vuelve locas!

¡Ahí viene la vacaloca!

- ¡María Santísima, Padre Fernández! ¿No se lo dijimos? Mire, ahí vienen esos malnacidos otra vez…

- ¡Calma, calma mis señoras! No se me asusten… Vayan y escóndanse en el antejardín de la casa esquinera que yo les voy a hacer frente… ¡Conmigo no se atreverán, ya van a ver!

     El Padre Isaac Fernández entonces, se plantó en medio de la carrera cuarta, oprimiendo contra su pecho el Misal Romano Diario, en su versión latina, a modo de única defensa contra el mal… Copajita vio la actitud retadora del presbítero y aun así no se dejó intimidar, prosiguió con su cabalgata desafiante de la vacaloca… Cuando ambos hombres estaban quizás a dos metros de distancia, el cura Fernández vociferó la siguiente invocación en la lengua de Ovidio…

 

Custodi me, Domine, de manu peccatoris: et ab hominibus iniquis Eripe me

(Defiéndeme Señor, de las manos del pecador y líbrame de los hombres inicuos) 

     Latinajos que poco y nada entendió Copajita pero que no lo detuvieron en su andanada infernal… El hombre de la vacaloca arremetió insensiblemente contra la sacral persona del Padre Fernández, en medio del aspaviento y escándalo de las señoras más próximas que no habían atinado a alejarse demasiado. El Padre Fernández venía enfundado en su casulla negra y envuelto en una tibia ruana color blanco inmaculado. Copajita bufaba como un auténtico toro y enfiló los flamígeros cachos a la cara del sacerdote, quien en un rápido movimiento logró esquivarlos una y hasta dos veces. El hombre-toro le lanzó fuertes andanadas con toda la fuerza de su cuerpo, que, de haber dado de lleno en la humanidad del sacerdote, quizás le habrían propinado fuertes contusiones y heridas. Iba Copajita, se reponía y volvía, con toda la fuerza de un hombre en su segunda juventud… El Padre, que aún no salía de su estupor lo esperaba, entre grandes sermones e imprecaciones…

- ¡Respete, que yo soy un ministro de Dios! ¡El anatema de Dios Padre del Universo caiga sobre ti, maldito!

     El tercer envión fue más fuerte y contundente, alcanzó a darle en uno de los hombros al Padre, cuya ruana acabó tiznada por los carbones encendidos de uno de los cachos. El Padre no alcanzó a evitarlo y una de las astas rozó su mejilla, alcanzando a quemarlo un poco. Ante estos niveles inesperados de violencia, el Padre optó por la retirada y echó a correr dentro de la iglesia. Seguro pensó que Copajita no sería capaz de seguirlo hasta allá. ¡Se equivocó!

     El hombre-toro, rumiando ahora su triunfo inicial sobre el presbítero, lo persiguió templo adentro, acompañado por varios de los suyos. El Padre Fernández, fuera de sí e interpretando en un momento aquella flamante intrusión como un sacrilegio sin precedentes en la casa de Dios, se acercó a uno de los grandes ventanales de la nave oriental y se armó con una larga tranca de madera a modo de macana justiciera...

- ¡Ahora sí veremos de a cómo nos toca, so hijo de Satán!

No se amilanó por este nuevo y definitivo reto, Copajita. Y con uno de los cachos apagado y el otro a toda mecha, lanzó un nuevo envión contra el Padre. El sacerdote sacando fuerzas de flaquezas empezó a propinarle tremenda paliza a la cabeza de vaca de Copajita. Uno, dos, tres y más palazos recibió el artilugio…

- ¡Toma, toma! ¡Esto es por agraviar a la Santísima Virgen en su casa! Esto es por San Francisco de Paula, esto es por la Santísima Trinidad, esto es por Dios Padre creador del universo…

- ¡Padre, Padre! ¡Perdóneme, Padre! ¡Ya salgo de aquí, ya me voy, ya me voy!

- ¡Y que no se vuelva a repetir, carajo! ¡Que la casa de Dios es sagrada y se respeta! ¡Y yo también merezco respeto! ¡Oyó!

¡Sí Padre, sí...!

     Tanto palo recibió la cabeza de vaca que acabó desencasquetándose de la cabeza de Copajita y cayendo al suelo, ya completamente apagados sus cachos. Copajita y sus secuaces salieron huyendo despavoridos del templo de San Francisco de Paula. El sacerdote cerró las imponentes puertas frontales y dio un suspiro de alivio. ¡Se ganó una batalla más del bien contra el mal! ¡Gracias Dios mío! Se repitió para sus adentros.

     Muy en la mañana, el Padre Isaac Fernández atravesó presuroso el parque Pedro Fernández Madrid, acompañado de algunas respetables damas de la alta clase social madrileña, rumbo a la alcaldía local. Pidió audiencia con el señor alcalde, que para aquellas calendas era don Alfonso Pinilla. Entre grandes gritos y aspavientos el Padre Fernández le hizo un relato pormenorizado al burgomaestre de los hechos acaecidos la noche anterior en inmediaciones de su despacho.

- ¡Señor alcalde! Por el bien de esta parroquia y de todo el rebaño de esta grey, solo le pido yo en nombre de todos y cada uno de mis feligreses: ¡Ordene por decreto la prohibición de esa festividad pagana y sacrílega llamada la vacaloca!

-Pero Padre, sosiéguese y entienda que esa es una tradición de vieja data que es muy difícil arrancársela al pueblo…

-Bueno, entonces escojan… ¿O su tal vacaloca o le

pido al obispo de Bogotá el cierre definitivo de esta parroquia?

- ¡Su excelencia! No diga eso ni en chiste, no es para tanto. ¡Ya de una vez empezamos a redactar el decreto! Usted gana, padre…

     Y por decreto ejecutivo del alcalde Pinilla la festividad popular de la vacaloca quedó prohibida hasta nueva orden. Años después cuando ya el Padre Fernández había fallecido la resucitaron una vez más, aunque disminuida en su calidad, bríos y efectos iniciales. Y esta fue la historia de la vacaloca que en Madrid (Cundinamarca) diera pie para tantos y disímiles hechos, que hoy en día nos hacen sonreír y nos permiten atisbar un poco cómo era el diario vivir del Madrid apacible, señorial y solariego de la primera mitad del siglo XX. Agradecimientos especiales a don José Efraín Ramírez (q.e.p.d.), gracias a cuyos invaluables datos históricos fue posible reconstruir y elaborar esta crónica literalizada para deleite de todos.

Madrid (Cundinamarca), noviembre 23 de 2018

 

 


sábado, 10 de junio de 2023

EL CERRO ZITAGUA COMO SÍMBOLO DE PAZ EN SUGASUCA (Cuento con base mítico-legendaria local)

 

 



EL CERRO ZITAGUA COMO SÍMBOLO DE PAZ EN SUGASUCA

(Cuento con base mítico-legendaria local)

Por: Nabonazar Cogollo Ayala

 

Cuentan los viejos en Madrid y los más viejos entre los viejos que de las cristalinas aguas de la laguna de La Herrera solía salir en las noches de luna llena una enorme serpiente negra con unos colmillos como puñales y ojos como brasas encendidas. Aquella pavorosa serpiente era enviada por Huitaca, la malvada diosa muisca de las lluvias torrenciales, los terremotos y las plagas. ¿Y por qué la mandaba? Porque en el pueblito de familias muiscas que estaba en este territorio gobernaba el capitán indígena Sugasuca o Subiasuca. La rencorosa Huitaca exigía sacrificios de los niños del pueblo y como no se los daban, entonces enviaba aquella terrible serpiente negra las noches de luna llena para que se comiera a los hijos pequeños de las familias muiscas y vaciara también, con  su terrible lengua abierta en dos, los vientres de las señoras embarazadas. El capitán Sugasuca salió en varias noches junto con los guerreros jóvenes más acuerpados del pueblo en búsqueda del terrible monstruo, pero nunca lo hallaban, porque este se zambullía habilidosamente en las aguas de la laguna para escapar de su castigo. Este pueblo sufría mucho entonces por el azote de la diosa Huitaca y la cruel serpiente que significaba la muerte de sus vástagos y por ende de su futuro.  

 

Pasó entonces que, andando a pie desde el vecino poblado de Hontibón, llegó el gran sabio Bochica a quien también llamaban Neuterequetua, enviado de los dioses para educar y civilizar al pueblo. Sugasuca salió lloroso por la emoción y recibió con los brazos abiertos a aquel sabio emisario del gran Chiminigagua, dios creador y señor de las luces en el cielo.  Sugasuca lo acogió con grandes muestras de afecto y lo alojó en una hermosa casita circular en el centro del poblado con abundante provisión de agua y comida.

 

Aquella noche a la luz de una gran fogata le refirió los padecimientos de su pueblo por cuenta de la serpiente que cada luna llena mandaba la diosa Huitaca. Bochica montó entonces en cólera y le juró a Sugasuca y a su pueblo que en el próximo plenilunio libraría sin igual combate contra el ofidio para desterrarlo por siempre de aquel territorio amado. Tres días antes de la luna llena Bochica se dirigió a las orillas de la laguna La Herrera y se dispuso a prepararse espiritualmente para el sin igual combate que lo esperaba. El sabio entró desnudo hasta el cuello a aquellas aguas sagradas y se mantuvo ahí en actitud contemplativa meditando durante tres días enteros con sus noches. El último día cuando ya brillaba en el firmamento la luna como un gigantesco diamante ya Bochica estaba listo y espiritualmente fortalecido. Salió de la laguna al atardecer, comió después del prolongado ayuno y se armó de un poderoso bordón hecho con la sagrada madera del árbol conocido como Pedro Hernández en cuyo cuerpo había labrado símbolos mágicos y sagrados de gran poder combativo.  

 

Bochica se sentó entonces a las orillas de la laguna y aguardó a que brillara la luna para ver aparecer la serpiente. Al caer de la tarde los pajaritos sabaneros y las cigarras empezaron a cantar sus más bellas melodías. Bochica no se inmutaba en actitud contemplativa como el sabio varón que era, consentido pleno de los dioses. Cercana la hora en que las ranas cantan emergió en el firmamento el esplendor de la luna llena con toda la luz sobrecogedora que el gran Chiminigagua le prestaba. Bochica entonces se paró en actitud altiva en un montículo cercano a la orilla y le gritó así a la serpiente que aún no se dejaba ver…

 

-¡Huitaca, Huitaca! ¿Dónde estás? Ahora que emergió en el firmamento la gran diosa Chía de la luna… ¿Por qué no mandas a tu monstruo asesino? ¡No se volverá a comer un solo niño más de Sugasuca porque aquí estoy yo para defenderlos! ¡Este pueblo me es sagrado y lo amo como el que más! ¡Pueblo amado donde reinan la paz y la concordia! ¡Aparece, ven y pelea, monstruo asesino!

 

Terminadas estas palabras retadoras las aguas de la laguna se rebulleron de manera violenta y en el corazón del gran cuerpo de agua comenzó a emerger la cabeza intimidante de aquel monstruo con ojos de fuego. Enfiló entonces su enorme cabeza trapezoidal hacia el montículo donde estaba Bochica, mientras su gigantesco y elástico cuerpo se contorsionaba amenazador elevando la estatura de la serpiente varias decenas de metros.  El animal le lanzó un primer mordisco a Bochica quien lo esquivó apenas a tiempo. Pero los lances se repitieron uno tras otro con rapidez, hasta que uno de ellos rasgó la túnica sagrada del sabio quien cayó al suelo con varias contusiones en el cuerpo y algunas heridas.  Estando en tierra imploró la ayuda de Chiminigagua. En el cielo unos negros nubarrones se encresparon y un poderoso relámpago a la manera de un látigo de fuego golpeó en el bordón de Bochica. La herramienta se convirtió instantáneamente en una espada de fuego. El sabio se incorporó animado por esta ayuda repentina y lanzó entonces una poderosa descarga flamígera contra la serpiente a la manera de un rayo que rasgó la piel de la aparición. Esta última se revolvió furiosa entre dolor y espanto ante aquel inesperado y fulminante ataque.  ¡Los chillidos de la serpiente se escuchaban a varias leguas de distancia y llegaron hasta los bohíos del poblado donde la gente estaba resguardada en sus casas orándoles a los dioses por la victoria de Bochica! El animalejo aquel se contorsionaba porque el embate había sido mortal. Entre agónicos estertores el gigantesco cuerpo de la serpiente cayó pesadamente cerca del poblado haciendo temblar la tierra entre los últimos espasmos. Chiminigagua hizo brillar más las estrellas en el firmamento y lanzó luces celestiales sobre aquel moribundo cuerpo negro que empezó a adherirse mágicamente al suelo de la sabana, para convertirse gradualmente en el Cerro de las Siete Jorobas. Bochica miró aquel prodigio con rostro sereno y dijo entonces con voz tonante…

 

-Amado pueblo de Sugasuca, ya te he librado de esta maldición con la ayuda y el poder del Gran Chiminigagua. ¡Ahora este cuerpo del mal se convierte, por el poder de los dioses, en un hermoso cerro que se llamará desde hoy Zitagua o Cerro de la Culebra! ¡En la cabeza de este cerro vivirás para siempre, Sugasuca, para que pises con tus pies la cabeza de la serpiente como símbolo de dominación y triunfo!

 

Sugasuca y sus hombres armados que vieron aquella feroz contienda ocultos entre los follajes de la orilla de la laguna habían salido ya de sus escondites y le daban palmas y vítores a Bochica victorioso… La quietud de las aguas de la laguna que hacía pocos momentos había regresado luego de la feroz pelea, se volvió a ver turbada ahora por unos maravillosos canticos de paz y victoria entre la niebla de su atmósfera…  

 

-¡Que viva Bochica, señor del triunfo, la concordia y la tranquilidad en la tierra de nuestros padres! ¡Que viva Bochica el sabio, el hombre aconsejador, el orientador!

 

Bochica entonces se hincó de rodillas y besó el suelo del territorio de Sugasuca, cogió emocionado entre sus manos un gran puñado de tierra y lo elevó en actitud ceremonial hacia los cielos diciendo estas palabras:

 

-¡Esta tierra sagrada la consagro y bendigo como tierra de paz, concordia y tranquilidad! Aquí un día llegarán los hijos del día y en ella se aposentarán, pero aun así, seguirá siendo tierra de paz en el confín de los siglos y el tiempo ilímite; porque los dioses de nuestros padres y abuelos así lo decidieron…  ¡Gloria a los dioses de las alturas!

 

Al amanecer en la laguna un coro de copetones y de mirlas elevó un hermosísimo canto a la manera de un himno de Victoria a Bochica, que le daba la bienvenida a la paz y la concordia en el ancestral territorio del capitán Sugasuca. Este último construyó su bohío principal en la anchurosa cabeza de piedra y morrenas del cerro Zitagua, desde donde dominaba todo el territorio que gobernaba el cual se admiraba lleno de frondosos maizales y lagunas donde emerge la vida.  Uno de los dos promontorios que hacían las veces de cuernos de la serpiente existe hoy en día con el nombre Piedra del Diablo y de ese peñasco se cuentan prodigios maravillosos. En el otro promontorio se aprecian dibujos grabados en la piedra que confieren a quien los observa una sensación indescifrable de paz, serenidad y tranquilidad que parece  que viniera de las alturas.   Y quien logra llegar a la parte más alta del cerro nota cómo de manera inexplicable en su alma resuenan unos versos tranquilizadores, cuyas primeras líneas dicen quizás así…

 

¡Sugasuca, Subiasuca! ¡Tierra amada de los padres!

Cuya historia difumina su grandeza entre los tiempos…

¡Eres paz, eres labranza, juventud que lucha y sabe

Las grandezas ancestrales de tu historia en sus comienzos!

 

Si tu nombre convirtieron en Madrid o Serrezuela,

Si tu suelo fue acuarela del maíz en lontananza…

¡Hoy emerges con el fuego de la paz que es tu bandera!

¡Hoy levantas en tu cerro el pedestal de la esperanza!

 

¡Sugasuca, Subiasuca! ¡Tierra amada de los padres!

Hoy tus hijos te juramos defender aquel legado…

Que nos llega en la leyenda del abuelo que más sabe

¡Como un sol identitario entre la paz reconquistado!

 

Madrid, Cundinamarca

Octubre 24 de 2019

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


domingo, 26 de febrero de 2023

SÍMBOLOS MUNICIPALES DE MADRID CUNDINAMARCA (Artículo inédito)

 

SÍMBOLOS MUNICIPALES DE MADRID CUNDINAMARCA

Por: Nabonazar Cogollo Ayala



HIMNO


NOTICIA HISTÓRICA: El Himno de Madrid fue estrenado en ceremonia pública en el Parque Pedro Fernández Madrid, durante la administración de Alberto Dimaté Cárdenas, junto con el escudo municipal, 1988. Ello fue el 4 de noviembre de 1988, en el marco de la celebración del cumpleaños número 446 del municipio[1]. No obstante, el himno fue adoptado oficialmente durante el mandato de Mario Montejo, en 1997. El texto fue escrito por: Pedro Eduardo Arévalo Forero y la melodía fue compuesta por el maestro Juan Gámez. La transcripción e instrucción para banda fue realizada por el maestro Miguel Romero Pachón, quien hacia 1988 era fundador director de la Banda Sinfónica Militar de la Fuerza Aérea Colombia (FAC). En 2017 fue grabado en su versión más reciente, con arreglos del maestro Antonio Velásquez.

 BANDERA

NOTICIA HISTÓRICA: Fue el primer símbolo especial con que contó el municipio, es anterior en su diseño y uso al himno y al escudo. Fue estrenada por vez primera durante el mandato del alcalde local Jaime Valenzuela Vega, quien gobernó Madrid del 3 de julio de 1963 hasta el 17 de marzo de 1975[1]. Aun cuando antes de estos años había habido el intento de oficializar otra bandera municipal, la cual al parecer fue abandonada por razones partidistas[2].

DESCRIPCIÓN Y EXPLICACIÓN VEXILOLÓGICA:

DISEÑO Y PROPORCIONES: Lienzo rectangular, distribuido en tres franjas horizontales, así:

Franja superior: Ocupa el 50 por ciento del lienzo. Proporción: 0,65 centímetros de ancho, por 1,90 centímetros de largo. Color verde oscuro (sinople en lenguaje heráldico).

Significado: Alude a la riqueza arbustiva, agrícola y vegetativa del territorio ancestral madrileño. En heráldica el verde también significa: vida, fe, esperanza, honra, amistad, servicio, respeto y campo[3].

Franja intermedia: Color oro o amarillo tostado. Proporción: 0,32 centímetros de ancho, por 1,90 centímetros de largo.

Significado: Alude a la riqueza aurífera del territorio en tiempos precolombinos y a la innegable riqueza orfebre de los padres muiscas, quienes trabajaron el oro con preciosismo sin igual. En heráldica el oro es el más noble y precioso de los metales. Significado heráldico: Luz, poder, constancia, sabiduría y nobleza[4].

Franja inferior: Color blanco plata o argén. Proporción: 0,32 centímetros de ancho, por 1,90 centímetros de largo.

Significado: Alude a la vocación de paz de las gentes madrileñas.

Significado heráldico: Manifiesta limpieza, inocencia, integridad, elocuencia, riqueza y vencimiento[5].


 

BANDERA DE MADRID

(Soneto alejandrino)

 

¡Levanta, levanta bandera tu rostro!

Que el mundo conozca tu ser tricolor.

Nacida entre flores, capullos ansiosos

De aromas y esencias, legumbre y sudor.

 

Viniste a la vida cual nace en las cumbres

El sol mañanero de tibio fulgor.

Le diste a Madrid la ilusión de la lumbre

De grato progreso, riqueza y amor.

 

Aquí en este suelo te muestras airosa,

Diciendo a Colombia… ¡Esta tierra es hermosa!

¡Aquí floreció la ilusión de la paz!

 

Y a nuestros hogares le das esperanza

¡Bandera bendita! ¡La dicha no alcanza!

Por dar a tu nombre victoria a cual más.

 

Nabonazar Cogollo Ayala

Febrero 16 de 2003

 

PAUTAS GENERALES DE USO DE LA BANDERA MUNICIPAL DE 

MADRID – CUNDINAMARCA

1.    La bandera o pabellón de los madrileños flameará subordinada a las siguientes banderas, en estricto orden de primacía jerárquica:

1.1.       Bandera nacional de la República de Colombia.

1.2.       Bandera del Departamento de Cundinamarca.

2.    La bandera o pabellón de los madrileños jamás deberá izarse de noche. Solo en el caso que sea estrictamente necesario. En dicho caso se iluminará convenientemente. Izarla entre sombras o tinieblas es menoscabar la dignidad heráldica del símbolo.

3.    La bandera o pabellón de los madrileños es de uso cívico, oficial y popular. No es una enseña de uso guerrero, privilegio exclusivo este de la bandera de la república.

4.    Nuestra bandera engalanará el pecho de los madrileños galardonados como ciudadanos ilustres, del buen estudiante en las izadas de bandera de temática local y cubrirá honrosamente el féretro del madrileño ilustre que haya partido a las regiones de la eternidad.

5.    La bandera o pabellón de los madrileños siempre se mantendrá en alto. Jamás se permitirá que arrastre o toque el suelo. Nunca se izará con sus colores desteñidos, arrugada o sucia, porque ello irá en desmedro de su dignidad emblemática.

5.1      ESCUDO

NOTICIA HISTÓRICA: Fue diseñado por el maestro MIGUEL HUMBERTO VARGAS RICO, en 1988. El lienzo que adorna la recepción de la CASA DE GOBIERNO, es de su autoría. Fue pintando en el mes de mayo de 1996 a petición del entonces alcalde, ÉDGAR SUÁREZ.


DESCRIPCIÓN HERÁLDICA Y EXPLICACIÓN SEMÁNTICA

DEL BLASÓN MADRILEÑO

Campo heráldico:

De forma suiza a semejanza del escudo nacional de Colombia.

División:

Cuartelado en cruz.

Significado:

(1)  La adhesión a los principios patrióticos que desde siempre han caracterizado a todos y cada uno de los madrileños. (2) La abundancia en riquezas, potencialidades y recursos de nuestras tierras.

Orla superior del campo:

Bandera tricolor colombiana con sus colores al natural, no degradados.

Significado:

La innegable vocación nacional y patriótica de todos y cada uno de los madrileños, evidente en el transcurrir de la historia en los últimos 200 años de vida republicana.

Orla inferior del campo:

Bandera tricolor cundinamarquesa, diseñada por el precursor Antonio Nariño y Álvarez. Lleva sus colores al natural, no degradados.

Significado:

La innegable presencia de los madrileños en las gestas libertarias cundinamarquesas. La adhesión de las gentes madrileñas y sus autoridades a los principios democráticos y republicanos que desde siempre han animado a las tierras libres de Cundinamarca.

Soportes laterales:

Dos cornucopias de oro, abiertas, a cada lado (diestro y siniestro) del observador. Ambas cornucopias vierten profusión de flores propias de la producción floricultora madrileña: rosas, claveles, pompones, girasoles, entre otras. 

Significado:

El todo formado por las cornucopias y lo que ellas vierten significa esto: “En la tierra donde el oro muisca fue proverbial, por su abundancia y orfebrería esmerada; hoy aflora en abundancia la producción floricultura, que convierte a Madrid en la primera ciudad en producción floral de Colombia”.

Timbre:

Un todo formado así: (1) una aguililla negra, propia de la sabana de Bogotá, mirando hacia la diestra del portador y con las alas abiertas. (2) El soporte de la aguililla, conformado por una banda flotante con los colores de la bandera del municipio de Madrid. Exhibe en su parte céntrica un mote en letras mayúsculas negras, que reza: MADRID.

Significado:

El todo significa lo siguiente: “La actitud confiada de todos y cada uno de los madrileños hacia los retos del porvenir. Ante el cual se aprestan, como pueblo unido, a trabajar denodadamente para honra y prez de Madrid”.

Soporte del campo:

Una banda flotante que exhibe los colores de la bandera municipal, así: sinople, oro y argén (verde, amarillo y blanco, respectivamente). En el centro exhibe en letras mayúsculas de sable, el mote: UNIDAD – PROGRESO - DESARROLLO.

Significado:

El todo significa lo siguiente: “Los tres principios filosóficos fundamentales que animan a los madrileños, lo mismo que a sus autoridades; dimanan de la convicción que la unidad hace la fuerza. Los madrileños unidos en un solo esfuerzo, concentrados hacia el logro de la felicidad integral de los habitantes de este territorio, asegurarán el logro del progreso y el desarrollo para el futuro mediato e inmediato del municipio”.

 

 

INTERIOR DEL CAMPO: CUARTELES

 

1. Cuartel superior diestro:

En campo de azur. Se ve la imagen estilizada del edificio de la casa de Gobierno, sede de la alcaldía municipal de Madrid desde 1875, año en que fuera donado al municipio por Vicenta Martínez de Madrid, luego del fallecimiento de Pedro Fernández Madrid.

Significado:

Alude a la arquitectura típica colonial madrileña, la prestancia histórica de Serrezuela y Madrid en la historia nacional de Colombia. Y el orgullo indeclinable de poseer una riqueza arquitectónica única en Colombia.

2. Cuartel superior siniestro:

En campo de oro. Se ve un conjunto de productos agrícolas locales, así: dos mazorcas de oro, hojadas de sinople. Dos zanahorias con sus colores al natural, una cebolla con su tallo de sinople y dos papas (tubérculos de producción local, desde antaño).

Significado:

El conjunto significa lo siguiente: la riqueza agrícola, frutícola y horticultora de Madrid, desde tiempos pretéritos, es y será proverbial. Ello le ha valido en algunos momentos de la historia el apelativo de granero o despensa de Colombia.

3. Cuartel inferior diestro:

En campo de gules (rojo). Un libro de plata, abierto y angulado. En él se lee el siguiente mote, así: (Hoja diestra) Madrid, fundada por Alonso Díaz en el año 1542. (Hoja siniestra) Se cambia el nombre de Serrezuela por Madrid en 1875.

Significado:

El conjunto significa lo siguiente: Luego de grandes hechos heroicos y sacrificios (color rojo), Madrid emerge como poblado fundado por Alfonso Díaz en el siglo XVI. Se adapta a los tiempos republicanos con cambio de nombre, a partir de 1875.

4. Cuartel inferior siniestro:

En campo verde o sinople. Aparecen dos vacas o reses blancas manchadas de negro, así: Superior, adiestrada. Inferior (que se entiende que es su ternero), siniestrado.

Significado:

El conjunto significa lo siguiente: La riqueza florística, vegetal y potencial de Madrid, se complementa con la producción pecuaria del municipio, que bien de los tiempos de la colonia.

 

Por razones de divulgación DIDÁCTICA del escudo, se incluye el siguiente poema explicativo del mismo:

ESCUDO DE MADRID


El blasón de mi terruño madrileño

Es fusión de vieja historia en la heredad.

Que equilibra lo grandioso y lo pequeño

¡En un símbolo feliz de libertad!

-1-

En su campo de española procedencia

Dividido en sus cuarteles de igualdad.

Una cruz del cristianismo es viva esencia

De la historia de Madrid en sociedad.

 

Recatado el noble campo en la bandera

Colombiana del segmento superior.

Es lealtad en la defensa verdadera

De la patria y su glorioso tricolor.

 

El segmento más al sur que fiel demarca

En celeste, gualda y rojo bermellón.

Es la insignia de mi gran Cundinamarca,

¡De Colombia el palpitante corazón!

-2-

El cuartel que coronando el campo interno,

Al extremo superior, mirando al sol,

Muestra el frente de la Casa de Gobierno

Con su clásico perfil tan español. 

 

En su estilo colonial muy castellano

Se refleja la vibrante tradición.

Que aquí un día levantó con justa mano

El oidor Alonso Díaz en misión.

-3-

El cuartel que va segundo en el cuadrante

Superior hacia la izquierda ubicación.

Muestra en campo de oro puro fulgurante

Dos mazorcas entre frutos de estación.

 

 Este campo es la riqueza de la tierra

Y su agrícola e innegable vocación.

Cual despensa que alimentos mil encierra

Generosa en su abundante producción.

-4-

El cuartel que va ubicado a la derecha

Al extremo de inferior colocación.

Muestra en campo rojo gules una fecha

Y otra más en libro abierto en posición.

 

Dataciones de la vieja parentela

Que marcaron nueva historia en el solar.

La creación de la encomienda Serrezuela

Luego el cambio por Madrid en el nombrar.

-5-

El cuartel que hacia la izquierda va ubicado

Sobre un campo de sinople vegetal.

Muestra un par de nuestras reses de ganado

Que son propias del Madrid tradicional.

 

De los tiempos de Quesada y sus soldados

Y después de Belalcázar, Federmán…

Serrezuela vio llenarse sus collados

Con mugidos de las reses en su afán.

-6-

La bandera tricolor del municipio

Es el timbre que corona el fiel blasón;

En la banda donde el nombre es el principio,

En mayúsculas, MADRID, del corazón.

 

Y tremola nuevamente la bandera

Con su heráldico perfil municipal;

En la base del escudo que lidera

Banda firme de flotante pedestal.

-7-

Nuestro lema madrileño es la divisa

Que en mayúsculas se puede allí leer:

UNIDAD, que nuestro esfuerzo preconiza

Y PROGRESO y DESARROLLO por doquier.

 

Es la voz que nos impulsa y hace grandes

Construyendo las coronas de laurel.

Con que brilla en la alta cima de los Andes

Nuestra tierra donde mana leche y miel.

-8-

Cornucopias relucientes y doradas

Que sostienen a ambos lados el blasón.

Desparraman,  a manera de cascadas,

Cantidades de florida producción.

 

Son belleza, tierno aroma de tersura

Que reflejan el magnífico jardín…

Que es Madrid, donde la flor es hermosura,

Cuyos pétalos se elevan al confín.

-9-

Coronando todo el campo de grandeza

Con sus alas explayadas en acción;

Se ve un águila del Ande que encabeza

El conjunto con febril disposición.

 

Tras del águila se admira un sol naciente

Que es espíritu que vence el porvenir…

Con pujanza y con conciencia inteligente

En procura de un magnífico existir.

-10-

El escudo que fulgura en nuestros pechos

Con orgullo madrileño en expansión.

Es conquista del sitial cuyos derechos

Los defiende ante toda la nación.

 

¡Adelante por la tierra idolatrada!

¡Lucharemos por Madrid con emoción!

Con la fuerza y la ilusión entrelazada

Construyendo bienestar y educación.

 

Madrid (Cundinamarca)

Octubre 16 de 2017[1]

 ESCUDO DEL CONCEJO MUNICIPAL DE MADRID

NOTICIA HISTÓRICA: En el mes de marzo de 2014 se reunieron, en el restaurante LA HERRERA, de propiedad de la familia Méndez, tres concejales de entonces, a saber: Jairo Humberto Arias, Manuel Méndez Restrepo y Nelson Arjady Rubio. El objetivo era el de diseñar el que sería el escudo del Concejo Municipal de Madrid. Nelson, el dibujante de la terna, papel y lápiz, empezó a diseñar el que sería el campo, Jairo Humberto sugirió la paloma de la paz y Manuel la alusión a la constitución política de Colombia. Al final de la velada el boceto ya estaba listo. Nelson lo pasó en limpio y fue presentado al plénum de la corporación, que lo acogió con entusiasmo. Se le hicieron aun unos cuantos cambios y aditamentos. El artista que finalmente elaboró la obra en grande fue el pintor y artesano madrileño Eduardo Zambrano. El Concejo Municipal de Madrid lo adoptó finalmente en mayo de 2014.


DESCRIPCIÓN HERÁLDICA Y EXPLICACIÓN SEMÁNTICA

DEL BLASÓN DEL CONCEJO MUNICIPAL MADRILEÑO

Descripción y explicación global:

CAMPO HERALDICO: En un campo heráldico que recuerda el peto de los conquistadores españoles, color plata-argén, y sobre una banda terciada con los colores de la bandera municipal (tramo superior) y la bandera departamental (tramo inferior). Sobre este conjunto se superpone un libro en igual metal, plata, que alude a la Constitución Política de Colombia. Sobre el libro aparecen: una lupa, que significa el análisis minucioso de la norma y el precepto jurídico, con apego irrestricto a la ley. Un tintero negro, con una pluma de plata, que alude a la producción legislativa permanente. Y un martillo de juez, que alude a la inflexibilidad en la aplicación de la norma. Ello recuerda la máxima romana: DURA LEX SED LEX (Dura es la ley, pero es la ley). El campo esta orlado por plata, igualmente. En la orla se superponen rodeles de plata.

 

SOPORTE DEL CAMPO: Una paloma blanca de la paz (en plata), con las alas extendidas. Alusión alegórica al anhelo de paz de los madrileños, defendido en la corporación por los ediles locales.

 

BANDA FLOTANTE INFERIOR DE ORO: Que exhibe en letras mayúsculas negras, el mote: LEALTAD – HONOR – TRABAJO.

 

BANDA FLOTANTE SUPERIOR DE ORO: Que exhibe en letras mayúsculas negras, el mote distintivo: CONCEJO MUNICIPAL MADRID

 

SOPORTES DEL ESCUDO: Dos laureles en sinople, a lado y lado; los cuales salen de las alas extendidas de la paloma blanca de la paz. Significa la gloria, grandeza y prestancia de la corporación, que recuerda a los grandes héroes locales y patrios. En derredor del escudo y sus soportes: 15 estrellas de oro, de 5 puntas cada una. Para honrar a las 15 veredas que entonces tenía el municipio.

 

BASE DEL ESCUDO: Es un circulo en azur, que alude a la infinitud y pureza del cielo azul madrileño. 

Fuente: Cogollo Ayala, Nabonazar. Patrimonio cultural e inmaterial de Madrid - Cundinamarca. Obra inédita. Madrid (Cundinamarca), 2017. Páginas 46-59.






[1] COGOLLO AYALA, Nabonazar. La leyenda de Totachagua. (Obra inédita), 2017





[1] Informante: EFRAÍN RAMÍREZ, en entrevista que le fuera realizada el 10 de octubre de 2017, en su casa, en Madrid – Cundinamarca.

[2] Informante: NORBERTO ACOSTA, entrevista: Op. Cit.

[3] FLÓREZ DE OCÁRIZ. Op. Cit. Pág. 109

[4] Ibídem

[5] Ibídem





[1] ARÉVALO FORERO, Pedro Eduardo. Símbolos de Madrid. Edición mimeografiada. Madrid (Cundinamarca), 1988. Págs. 11 y 12. (El original reposa en la biblioteca FRANCISCO SAMPER MADRID, de este municipio).