miércoles, 20 de mayo de 2015

LA PIEDRA DE LOS VARADOS (Oda)


LA PIEDRA DE LOS VARADOS
Por: Nabonazar Cogollo Ayala

En esta piedra vieja, añejo monumento
Que viene de un pasado de rancia tradición.
Se posan las leyendas, magníficos recuerdos
Del tiempo del abuelo que canta una canción.

Señala a Subachoque, les dice a los viandantes
El fiel kilometraje de aquella población.
Señala a Barroblanco, vereda circundante
Donde los madrileños viajaban en legión.

Con sus flechas agudas grabadas en caliza
Señala informativa a Facatativá…
Entonces tan lejana por trochas y hortalizas,
Por eso el lugareño prefiere a Bogotá.

En este monolito que marca el entrecruce
De los viejos caminos de fiel recordación…
La gente sin empleo se mira haciendo cruces,
A ver si los contratan en una plantación.

Se mira al yerbatero que vende buenas yerbas
Para limpiar la casa, sacar la mala sal.
También al de los tintos que ofrece en su cenefa,
Las ricas aromáticas, de gusto celestial.  

Se mira al parroquiano,  a Tulia la mudita
También con su canasto se mira allí a Leonor[1].
¡Cuántas gentes de antes que hicieron más bonita,
La flor de la sabana, con su belleza en flor!

 Magnífico peñasco, te canto porque evocas
El viejo Serrezuela, la plaza y la estación…
Donde venía pitando el tren que nos convoca
Llevando de esta tierra su rica producción.

Mi lira enardecida te ofrece estas endechas
Indignas de tu historia, tu alma sin igual…
¡Eres de tiempos idos la colección de fechas
Que narra los recuerdos de un vívido historial!

Madrid (Cundinamarca), mayo 20 de 2015


[1] Leonor fue un personaje popular, muy querido en la Madrid de los años 70 y 80. Era una loquita, de marcados rasgos afrodescendientes y labios gruesos, que gustaba mucho de recorrer las calles madrileñas, vociferando a voz en cuello que necesitaba del auxilio de las gentes. Los madrileños de antaño la llegaron a apreciar mucho y le obsequiaban mercado abundante, por lo que Leonor llegó a ser un símbolo local. Era regañona y solía decir, cuando algo la sacaba de casillas: ¡Qué barbaridad! Vivía junto a la que al parecer era su hermana, la sordomuda Tulia, en una humilde vivienda que el municipio les obsequió. Pero antes de ello dormían en el antejardín del antiguo internado del Instituto Zoraida Cadavid de Sierra, en el marco de la plaza. Los lugareños la llamaban familiarmente diciéndole “Vieja Leo”. Ella cuidaba del aseo y la belleza de las calles y zonas comunes de Madrid.

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